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Fidelidad en medio de la adversidad

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Fidelidad en medio de la adversidad

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Colosenses 4:10

INTRODUCCIÓN:

Siguiendo con la serie de mensajes de los “hermanos detrás de la escena”, nos toca hablar ahora de Aristarco. Este discípulo nos va a demostrar que la adversidad no disminuye en ningún momento el afecto que se tenga por el amado. Aristarco es presentado como un hombre para todas las estaciones; como el amigo del mal tiempo.

En la antigüedad se solía decir que los carteros eran los hombres que entregaron su correo, aunque el tiempo fuera de lluvia, nieve, de aguanieve o granizo. Nada les detendría. Bien podemos decir que esto se aplicaba a la vida de Aristarco. No hay una época en el año donde él no aparezca comunicando el evangelio.

La vida de este discípulo es un modelo de fidelidad en medio de la adversidad. Nadie como él para enfrentar todo tipo de circunstancia, pero en ningún momento lo vemos quejándose o abandonando el ministerio al que fue llamado.

Fueron muchos los escenarios donde su vida estuvo en peligro; en no pocos casos hasta en peligro de muerte, pero eso no le importaba, porque al final de sus días lo vemos junto con Pablo, siendo su compañero de prisión. Con Aristarco llegamos a entender que la fidelidad se comprueba cuando más cerca podemos estar con las personas que demandan nuestro amor y entrega, sobre todo aquellos que, como Pablo, fueron indispensables para la causa gloriosa del evangelio.

Aristarco se menciona cinco veces por su nombre en el Nuevo Testamento; y esto será suficiente para tener una idea de quién fue él. Su nombre significa “líder asombroso”.

Bueno, será asombroso verlo como un extraordinario líder al servicio de la obra del Señor. Analicemos, entonces, cuándo la fidelidad se comprueba en medio de la adversidad.

I. FIDELIDAD CUANDO ARRECIA LA PRUEBA

a. “Y la ciudad se llenó de confusión…” (Hechos 19:29).

No hubo un lugar que Pablo y sus discípulos visitaran que no tuvieran dos resultados: conversión de personas y un alboroto por parte de los enemigos del evangelio. Predicar en Éfeso era un presagio de una reacción con características imponderables.

Y eso fue lo que sucedió en ese lugar, cuna de la adoración de la gran diosa diana Diana. Literalmente estos hombres no solo le arruinaron el negocio a un tal Demetrio con sus templecillos de la diosa, sino que además lograron que muchos de sus devotos fueran alcanzados por el evangelio, creando un gran tumulto donde todos ellos están a punto de ser linchados por los enardecidos hombres que han clamado, casi por dos horas, “grande es Diana de los efesios”.

Y allí, en medio de semejante y peligrosa confusión, está Aristarco junto con un tal Gayo, secuestrados por la multitud. Pero Aristarco aprendió el valor de la fidelidad, que es en momentos como estos cuando debe ser demostrada.

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