La resurrección

Luis Alberto Coria

La importancia de la resurrección

La resurrección

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La Resurrección: La Garantía de Nuestra Vida Eterna

Introducción

Su resurrección es nuestra garantía de vida eterna. Vivimos la Pascua celebrando el sacrificio eterno del Señor, comprendiendo su verdadero significado y la importancia que tiene para nuestra vida cristiana. La resurrección de Jesús es la evidencia de nuestra salvación y la promesa de vida eterna.

Leamos la Palabra de Dios en Juan 20:1-10:

“El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro. Entonces corrió, y fue a Simón Pedro y al otro discípulo, aquél al que amaba Jesús, …”

El evento de la resurrección es el núcleo de la fe cristiana. Sin su muerte y resurrección, no habría salvación posible. Así como la sangre del Cordero de Dios en el Antiguo Testamento simbolizaba la liberación del pueblo de Israel, la sangre de Jesús representa nuestra liberación del pecado y la muerte.

I. El Significado de la Pascua y el Sacrificio de Cristo

En primer lugar, recordemos el significado de la Pascua y su importancia para la vida del cristiano. La Pascua celebraba la salvación de los primogénitos israelitas mediante la sangre del cordero que pintaron en los dinteles (Éxodo 12:22-23). Este acto debía realizarse con actitud de partida hacia la salvación prometida por Dios (Éxodo 12:1,14, 42). El cordero sacrificado y su sangre derramada servían como expiación de los pecados.

Desde el Antiguo Testamento, se anunciaba el sacrificio del Mesías que traería salvación a toda la humanidad. El sacrificio de Cristo en la cruz del Calvario fue la ofrenda que satisfizo la justicia de Dios sobre el pecado del mundo. La sangre derramada del Cordero de Dios limpia nuestras vestiduras y restaura nuestra relación con el Padre.

El derramamiento de sangre es testimonio de muerte. La sangre de Jesús testifica ante Dios la eliminación de los pecados de los hombres. Era necesario que muriera el Justo para que pudiéramos ser rescatados de la muerte y recibir una nueva vida:

“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Celebramos la Pascua recordando el sacrificio de Jesús, pero debemos hacerlo sin la “levadura” de la maldad, es decir, sin la influencia de la vieja vida sin Cristo (1 Corintios 5:7-8). Nuestro testimonio debe demostrar al mundo que es posible nacer de nuevo como nuevas criaturas, sin doblez ni hipocresía, reflejando la transformación que Cristo ha hecho en nosotros.

Teniendo claro el significado del sacrificio del Cordero de Dios y su impacto en la humanidad hasta su segunda venida, podemos valorar en su justa dimensión la obra redentora del Señor. Participar de su sacrificio nos permite vivir de manera coherente con su Palabra y alejarnos de las influencias del mundo.

II. La Victoria de Cristo Sobre la Muerte

Jesús triunfó en la cruz, derrotando el poder del pecado, la muerte y el diablo. Si le permitimos habitar en nosotros, Él liberará su poder para vencer la influencia del mundo en nuestra vida (Efesios 2:15). La comunión con Cristo en la cruz elimina de nuestra vida los vicios, el orgullo, la soberbia y todas las obras de la carne.

Hebreos 2:14-15 lo explica claramente:

“Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.”

La resurrección es la evidencia del poder de Dios para dar vida a lo que estaba muerto. A través de ella, tenemos acceso a la vida eterna, como afirma Juan 3:16. Esta resurrección no solo garantiza nuestra salvación, sino que también nos capacita para vivir en victoria aquí y ahora.

Sin Cristo, el hombre está muerto en delitos y pecados (Efesios 2:1), pero Jesús ofrece vida en abundancia (Juan 10:10b) y salvación eterna (Hebreos 5:9). Llegará un día en que todos los muertos oirán su voz:

“Los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:29).

Cristo es la primicia de la resurrección, y nosotros, como sus hijos, participaremos de esa resurrección cuando Él regrese en gloria (1 Corintios 15:20).

III. La Resurrección: Base de Nuestra Esperanza

En el plan perfecto de Dios, todo sigue un orden divino. Primero, Cristo resucitó como primicia de los muertos (1 Corintios 15:20). Después, resucitaremos aquellos que hemos creído en Él y predicamos al Cristo vivo y resucitado. Finalmente, llegará el fin, cuando Cristo entregue el reino al Padre y juzgue al mundo con justicia (1 Corintios 15:24).

La resurrección de los creyentes será para vida eterna, pero los impíos resucitarán para condenación eterna, donde habrá lloro y crujir de dientes (Mateo 8:12).

Los pilares del evangelio son:

  • La fe: Creemos que Jesús es el Hijo de Dios, que murió y resucitó para nuestra salvación.
  • La esperanza: Esperamos vivir eternamente con Él y participar en las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:9).
  • El amor: El amor del Padre al entregar a su Hijo y el amor de Jesús al sacrificarse por nosotros.

Esta esperanza se basa en evidencias históricas y testimonios oculares de la resurrección: Lucas 24:15-25, 36-46; 1 Corintios 15:6. Así como la primavera da vida a la naturaleza, su resurrección nos da una vida nueva e inmortal. Solo quienes comprendemos el poder de la cruz podemos ver en ella la victoria definitiva sobre el pecado y la muerte.

Conclusión

Cristo fue crucificado, muerto y sepultado. Al tercer día resucitó, venciendo la muerte y ofreciendo vida eterna a quienes creen en Él (Romanos 2:32). Su resurrección confirma su divinidad y su poder para salvarnos.

“Declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos” (Romanos 1:4).

Ahora está sentado a la diestra del Padre, esperando el tiempo de su regreso para juzgar al mundo con justicia (Hechos 17:31). Su resurrección es la garantía de que también nosotros resucitaremos en gloria y viviremos eternamente en su reino (1 Corintios 15:20-25).

Mantengamos viva la esperanza de la vida eterna y anunciemos con gozo que Jesús ha vencido la muerte y ofrece salvación a todos los que creen en Él.

“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tesalonicenses 4:14).

© Luis Alberto Coria. Todos los derechos reservados.

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Luis Alberto Coria
Autor

Luis Alberto Coria

Pastor jubilado de la iglesia Nueva Jerusalén en provincia de Córdoba República Argentina.

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