Persevera hasta el fin

Predicas Cristianas

Prédica de Hoy: Perseverar hasta el fin

Predicas Cristianas Texto Bíblico: “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; más el que persevere hasta el fin, éste ser salvo.Mateo 10:22

Perseverar hasta el fin – Introducción

En el capítulo 24 del Evangelio de Mateo, Jesús traza un cuadro de las condiciones prevalecientes hasta el fin de los tiempos y les señala cuál será su tarea permanente en medio de la apostasía: PERSEVERAR.

Tanto Jesús como sus apóstoles nos enseñaron a ser perseverantes en medio de las crisis. Hoy yo quiero concentrar mi atención en esta expresión de Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24:13).

Esta expresión no significa que la gente será salva en el tiempo de la tribulación por su perseverancia. La Biblia enseña que la salvación es un regalo de Dios que se recibe por la fe en la muerte y resurrección de Cristo.[1] La fe que salva tiene siempre la cualidad de permanecer, de perseverar firme bajo cualquier circunstancia.

Pero quiero considerar con ustedes la raíz griega de esta palabra PERSEVERAR que es “hupomeno”. A penas dos de las ideas afines que transmite esta raíz griega analizada en el contexto del capítulo 24 del evangelio de Mateo.

Perseverar es: sobreponerse a las adversidades de la vida

Hoy quiero recordarte que las adversidades y los obstáculos forman parte de la vida misma. Nadie escapa a esta realidad. Y la mejor manera de enfrentarlas es sobreponiéndose a ellas.

Uno de los ejemplos clásicos de la biblia que ilustra que el que persevera en las adversidades triunfa, lo encontramos en el patriarca Job.

Job lo perdió todo. Perdió sus hijos, sus bienes y riquezas; perdió su salud y hasta su esposa lo abandonó. Sus amigos cuestionaron su integridad. Incluso el propio Job llegó a pensar que ya ni Dios lo tomaba en cuenta. Al final de su prueba Job le dijo al Señor “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42:1,5). Paradójicamente las adversidades de la vida nos acercan a Dios.

Nunca olvidemos que Dios no es la causa directa de todas las cosas, pero todas las cosas están bajo su supervisión y poder. Dios siempre controla todas las cosas, aun cuando parece que no es así.

En estos retos de la vida, como el que hoy enfrentamos, es cuando Dios espera que perseveremos en la fe, que no claudiquemos, ni nos dejemos aplastar por las circunstancias. Pablo le dice a los corintios: “Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” (Romanos 8:18) Cf. 2 Corintios 4:17.

Y Dios no siempre remueve las barreras o quita los obstáculos aun cuando se lo pidamos en oración. Pablo tenía un aguijón (un mensajero de satanás [2 Corintios 12:7]) y le pidió a Dios tres veces que se lo quitara pero Dios le dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” (2 Corintios 12:9). Y no se asuste, porque así actúa Dios. No nos baja el listón, pero sino nos capacita para superarlo.

Recordemos esta frase “Un mar tranquilo nunca hizo un buen marinero.” (Anónimo). Aunque parezca paradójico, las tribulaciones de la vida son males necesarios que forman nuestro carácter cristiano y fortalecen nuestra fe en el Señor.

El apóstol Pedro animaba a la iglesia perseguida del primer siglo con estas palabras: “Las tribulaciones presentes ponen a prueba la firmeza y pureza de su fe. Así como el oro se prueba y purifica en el fuego, su fe, que es más valiosa que el oro, es sometida al fuego purificador de las tribulaciones. Si permanecen firmes, recibirán alabanza, gloria y honra el día en que regrese” (1 Pedro 1:7 NTBAD).

Esta es la receta apostólica para resistir cuando la vida y la fe se ponen difíciles. Podemos aguantar lo que sea por la grandeza de lo que esperamos, porque cada adversidad es otra prueba para fortalecer y purificar nuestra fe, y porque al final de todo Jesucristo está esperando decir a todos Sus siervos fieles: “¡Bien hecho!»

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