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Demos frutos para el Señor

Bosquejos Bíblicos

Prédica de Hoy: Demos frutos para el Señor

Bosquejos Bíblicos Texto bíblico: Lucas 13:6-9

Introducción

Desde el bautismo hemos sido llamados a dar fruto. Si permanecemos estériles, no gozaremos del favor del dueño de la viña, por lo que seremos arrancados de raíz. El cristiano que lleva fruto es aquél que es habitado por el Espíritu Santo, porque primero se arrepintió de sus pecados. Daremos fruto si estamos unidos a Dios, y ponemos en práctica la Palabra.

I. Dios nos llama a dar frutos, no a ser estériles (verss. 6-7)

a. Junto con el bautismo hemos recibido una gran responsabilidad. Se nos encomienda hacer fructificar la Palabra que ha sido sembrada en nosotros.

Si consideramos al bautismo como el regalo más grande que podemos recibir, porque nos da la salvación del alma, no debemos ser hijos ingratos. Porque Dios está buscando continuamente que fructifiquemos y lleguemos a la plenitud, imitando a su Hijo (vers. 6).

b. El fruto es la manera en que llega a su plenitud lo que fue sembrado. Es la culminación de un proceso donde lo valioso, lo que aporta sustento y vida, viene al final.

Pero es algo que empieza como una semilla, y de acuerdo a cómo se cuida, produce frutos buenos o malos. Del mismo modo las personas serán reconocidas y juzgadas de acuerdo a qué fruto produjeron (Mateo 7:16-17).

c. El no producir los frutos que se esperan de nosotros no es algo trivial. En ello está en juego nuestra condenación o nuestra salvación. Porque el don no nos fue dado para permanecer estéril, sino para producir el ciento por uno.

Es lo que corresponde al que recibió mucho, que dé mucho también de su parte. De lo contrario seremos echados fuera por inútiles, por no aprovechar los dones y malgastarlos (Lucas 13:7).

d. El crecer y ser llamados a dar fruto no es algo que haya salido de nuestra voluntad. Es Dios mismo el que provee el crecimiento de la semilla de la Palabra en nosotros. Y lo hace con una finalidad, que demos un fruto permanente, que dure por toda la eternidad.

Es tan importante el llamado que nos hace Cristo, que nos promete que si damos fruto, todo lo que pidamos al Padre en su nombre Él nos lo concederá (Juan 15:16).

II. ¿Qué frutos debemos dar? (Lucas 13:8-9)

a. Se nos pide que demos fruto, pero muchas veces no tenemos en claro qué significa. Primero, para dar fruto tenemos que dejar que el Espíritu Santo habite en nuestra alma, llenándonos con su fuego.

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